Despierto dos veces...

domingo, 21 de febrero de 2010

Con olor a humo...

A orillas de un estero, en una playa de la séptima región, fue mi primer cigarrillo. Eran cosas de gente adulta, y probar una pequeña dosis de humo quizás dejaría que (al fin) madurara, al menos en forma social.

Trece años de edad, doce, tal vez.... acepté la mala invitación a un viaje que no tendría vuelta...

Primero uno a la semana, luego dos, a escondidas para que la mamá no se entere... ah, pero ella tiene cigarrillos... ejem... le saco un par y creo que no se dará cuenta... comprar encendedor, tenerlo por meses, o quizá una cajita de fósforos... relajo, humo, nicotina y dedos amarillos... pasan los años y aumenta, la presión de los estudios, los amigos, fiestas, encuentros y chicos buenos haciendo cosas malas....

Y, señores, el comercio aumenta: ahora una pequeña bolita, incluída en el filtro, se aprieta y voila! sabor a menta... tal como hace años buscaba láminas del álbum del momento, ahora busco en los negocios, botillerías y picás dónde se pudiese encontrar el famoso cigarrito.... éxito de ventas, no quedan en todo Santiago, y a esperar un tiempo para tenerlo.

Por mientras, vuelvo a los Viceroy, la cuota: 20 al día, la tos aumenta y el bolsillo disminuye.

Espero volver a tener la puta voluntad para dejarlo.....

Christian Pardo (aún vivo)
www.despiertodosveces.blogspot.com

domingo, 30 de agosto de 2009

...mientras duermes... mientras pienso.

Roncas. Y yo callo, tratando de teclear lo más bajito posible. Tal vez nunca leerás esto, -tal vez sí-pero hoy me acordé de ti. No porque las nubes se alejaron al abrir la puerta de la calle, ni porque mi teléfono móvil sonrió al mostrar tu número en pantalla. Me acordé de ti, de nosotros, cuando estuve a punto... cuando un pequeño sonido me avisó que tenía que vivir... que no pisara más allá, y que a mi entrañable amiga Magga había que rescatar. Porque no queríamos alejarnos... no queríamos irnos, sin al menos despedirnos. No queremos morir.

Debo confesarlo, antes de ti, la vida no tenía los mismos sabores. Televisor blanco y negro, olor a azufre y vidrios rotos adornaron mi infancia. Ahora veo los colores, puedo atar mis zapatos antes de partir nuestra caminata y apoyo mi cabeza en tu hombro cuando tengo sueño.

Buenas noches, sigue durmiendo. Nos abrazamos mañana.

domingo, 3 de mayo de 2009

domingo...

Después de cinco días con niebla, puedo ver la ciudad. Los edificios del centro, la Torre Teléfonica, el cerro Renca. Y me sentí distinto. Como si hubiese despertado de un sueño... no un mal sueño, sino con la sensación que dormí por cinco años...  siento que perdí parte de mi memoria... y extraño aquellos días.

Cuando vivir en provincia era mi día a día. Sin tacos, sin gente agresiva, ascensores y centros comerciales. 

Un domingo como hoy, era despertarse a las 12, después de una fiesta, trasnochado, con el olor a pisco en mi ropa... y los dedos amarillos de tanto fumar. Sólo viviendo, y quejándome por todo.

En realidad, aún me quejo por todo... y quizá más... la diferencia, es que  por esos días aún no encontraba la respuesta a muchas cosas: injusticias, relaciones familiares, laborales...etc. Ahora sé que el problema soy yo, con una depresión que jamás invité a mi vida y sólo quiero hacerla desaparecer... ella y sus consecuencias. Por su culpa estoy acá, en una ciudad distinta, rodeado de gente que no conozco hace más de tres años, y a mi modo, buscando compañía... 

Pero, ¿por qué añoro tanto mis días en Curiyork? Mis padres jamás han venido a verme.... mis grandes amigos tampoco, o ya no vienen... un asco.... no tengo grandes lazos...por mi mal genio, mis actitudes de pendejo y adicción a la soledad... Ojalá todo fuera tan fácil como para escapar un rato del mundo y sumergirme en la profundidad de  la nada, alejarme de mis pensamientos, un coma instantáneo, un reset a todo... pero no puedo.... 

no quiero aferrarme a pocas cosas, al contrario... pero todos los días las cosas tienen para mí un distinto sabor, color... hoy es amargo, mañana no lo sé... puede ser hasta vomitivo... se me acabaron las ganas, la fuerza, los pensamientos positivos.

Ya no tengo la familia que deseé. Ya no hablo horas con mi mamá, porque, a fin de cuentas, jamás tuvimos una gran comunicación. Mi teléfono no suena... quizá me he encargado que eso sea así.

Necesito calmar mis pensamientos... aliviar mis sentimientos.... y las pastillas se han acabado... 

El juego se terminó y hay que afrontar la realidad. Una ducha, aunque sean las 16.15... comer algo, estudiar...dormir... y luego despertar... para trabajar.

No tiene sentido. Como mis palabras. Como mis latidos. Como esta pena. No necesito abrazos o llamados. Debo cambiar el curso de las cosas.  Está todo tan bien.... y a la vez...está tan mal. 

Ahora, debo esperar el día que cambie de color a mi portada... porque ya no me gusta el color gris.

Ilegible.